31.12.13

Los puristas del arte

Que opinas de los puristas anti HDR y efectos digitales en la fotografía?.
Lo mismo que opino de todos los puristas en todo: que son imbéciles.

Pero luego resulta que pienso lo mismo de las vanguardias vacías.

Modelo: Elsa Villar. Fotografía
copyright © Mauricio-José Schwarz
Como aquí no hay leyes fijas, sólo tenemos experiencias subjetivas. Por ejemplo, tengo a los puristas de la música clásica que decían que el jazz y el rock eran abominación. Y luego tengo a Leonard Bernstein, que era fan de los Beatles, y escribió esa maravilla de soundtrack de West Side Story. Tengo a los puristas del folklore que pretendían que los urbanitas sonáramos como si fuéramos bucólicos nativos de cien años atrás y luego tengo a todo el folk eléctrico como el de Steeleye Span, Malicorne o Corvus Córax.

Siempre en el arte (y en la vida, qué carajo, en la política y la sociedad) hay quien tira para atrás porque la fotografía, la pintura al óleo, la música, la moda, la revolución social, etc. "deberían ser" de tal o cual forma. Y habitualmente la historia lo que ha hecho es pasarles por encima alegremente y dejarlos atrás.

Y es que, en general, cuando descubrimos algo apasionante queremos que lo domine todo. Si nos seduce el blues, nos ponemos en plan fanático y decimos que no hay vida fuera del blues. O del hiperrealismo. O de la fotografía con luz natural y emulsión fresca en placa de cobre. Todos pasamos por eso, supongo, hasta que nos damos cuenta de que la existencia de Bach no amenaza a Janis Joplin ni viceversa.

Mi opinión personal no será compartida por otros fotógrafos, pero, bueno, yo no intento imponerle mi visión a nadie, sólo es válida para mí y, en todo caso, para mis modelos.

Yo creo que la fotografía es esencialmente tan mentira, tan fantasía y tan simbólica como la poesía o la pintura. No es realidad. La realidad ocurre en cuatro dimensiones, en flujo continuo, a todo nuestro alrededor, como un tsunami sensorial. De allí, la fotografía selecciona un trocito cuadrado o rectangular durante una fracción de segundo, en una gama de colores y luminosidad muy inferior a la de nuestra vista (ya no digamos en las demás frecuencias del espectro electromagnético), sin sonido, sin temperatura, sin olor ni textura, la plancha en dos dimensiones y te la enseña. Eso NO es la realidad. Así que cada quién cuenta su mentira, su fantasía, su visión, su subjetiva aproximación, a su manera.

Yo proceso mucho mis retratos para tratar de optimizar el contraste local, lo que tiene mucho que ver con el concepto de HDR, pero trato de no cambiar los píxeles de la foto que tomé, no le suavizo la piel a mis modelos, no les quito arrugas, lunares, nada que sea propio de cómo son ellas, sólo manipulo el contraste entre uno y otro píxel para que se asemejen más a lo que yo veo. Esto implica a veces tres y cuatro tratamientos distintos, algunos tomados de la foto analógica, algunos sólo posibles en lo digital. En paisajes confieso que he cometido horrores en HDR, pero al paso del tiempo he ido aprendiendo a domar a la bestia para hacer los HDR que a mí me gustan (no que sean mejores ni peores) y no me gustan los excesos en el HDR, pero hay a quien le encantan.

En cuanto a efectos digitales, todo depende de qué y para qué. Si se trata de engañar al público no me parecen correctos. Si obtienen un resultado que provoca una emoción en el espectador, creo que han cumplido su tarea como arte, que es evocar emociones, sensaciones, sentimientos, pasiones. Creo que todo se vale para conseguir ese objetivo en el arte, sea literatura, cine, música, pintura, escultura o, claro, fotografía.

Al final personalmente me he quedado con todo salvo excepciones. Me encanta la guitarra superprocesada de Brian May o de Alex Leifson, pero al mismo tiempo me fascina la guitarra directa y sencilla de Buddy Guy. Me gusta la fotografía ultranaturalista de Cartier-Bresson (que ni flash usaba) o Josef Koudelka, pero también me dice mucho la iluminación fantasmagórica del light painting de Emil Schildt, el surrealismo de Laurentiu Margalin o los crecientes delirios de Mehmet Urgut. Puedo disfrutar la escultura de Fidias, de Rodin y de Duane Hanson. No estoy comprometido emocionalmente tanto con una forma como para despreciar las demás, y eso me permite, sin hipérbole, disfrutar muchísimo con el arte y no aburrirme.

Otros fotógrafos te dirán que eso es una herejía, claro.